Historia de la Psicogenealogía
Los comienzos
Si elaboramos un árbol genealógico de la propia psicogenealogía en general veríamos que nace de Sigmund Freud y de su creación del concepto de lo Inconsciente, la parte oscura de nuestra psique que escapa al control de nuestra consciencia y que se manifiesta, por ejemplo, en los sueños.
Después esta historia transcurre por Carl Gustav Jung y la extensión del concepto al Inconsciente Colectivo, donde según su teoría entran en juego los arquetipos que han acompañado a la humanidad desde su emerger evolutivo.
Más tarde, la Socionomía y el Pensamiento de Jacobo Levy Moreno con su trabajo sobre el Psicodrama y Psicoterapia de Grupo, plantea el concepto de co-consciente y el co-inconsciente familiar o grupal. Esto desemboca a partir de los años 40 en los distintos tipos de terapia familiar o grupal, también llamadas “sistémicas”.
La terapia sistémica es un modelo de psicoterapia, casi siempre de corte humanista, que se aplica para el tratamiento de trastornos y enfermedades psíquicas concebidas como expresión de las alteraciones en las interacciones, estilos relacionales y patrones comunicacionales de un grupo social comprendido como un sistema.
Estos distintos tipos de terapia sistémica fueron y son:
La terapia familiar clásica, que es una terapia basada en mejorar los aspectos de la comunicación entre los miembros de la familia.
La terapia sistémica estructural, que intenta hacer consciente a todos los miembros del grupo familiar de dónde se encuentran las estructuras de la familia que son disfuncionales y les propone cambios a cada uno de ellos para sanarlas.
La terapia sistémica estratégica, que se centra en el individuo y lo insta a crear objetivos de cambio personales que producirán un reequilibrio natural dentro del conjunto de la familia.
Al mismo tiempo que emergían estos métodos psicoterapéuticos durante los años 60 surgen en Europa una serie de psicoanalistas que investigan en el conocimiento más profundo de los mecanismos de ese inconsciente familiar, llegando a desarrollar ciertos conceptos y sistemas clave para una terapia familiar psicoanalítica que se centra en la toma de conciencia del paciente de la repetición de los conflictos y las dificultades dentro del seno familiar.
Es de los descubrimientos de esta última escuela de donde nace la Psicogenealogía, a mediados de los años 70 del siglo XX. Y nacen, prácticamente de una manera simultánea, tres maneras de entender y trabajar con la Psicogenealogía en esa época, la psicoanalítica, la sistémica y la evolutiva.
No está de más mencionar, en los años 40 del siglo XX, la Socionomía y el Pensamiento de Jacobo Levy Moreno con su trabajo sobre el Psicodrama y Psicoterapia de Grupo.
La psicogenealogía psicoanalítica
Fue iniciada, entre otros, por Anne Ancelin Schützenberger y/o Didier Dumas entre mediados de los 70 y principios de los 80 en Francia y como su nombre indica es un método de psicoanálisis donde se hace hincapié en el origen vinculante de los problemas del paciente con situaciones no resueltas por sus antepasados, considera que simplemente con hacer consciente a la persona de estos problemas, o revelar secretos familiares sobre sucesos que significaron un trauma para el conjunto de la familia, nos sirve para desligarnos y liberarnos en ellos. Al igual que el psicoanálisis clásico, es un método muy lento y costoso, que necesita de numerosas sesiones para dar sus frutos.
La psicogenealogía sistémica o constelaciones familiares
El alemán Bert Hellinger, igualmente a mediados de los 70, partiendo de los mismos conceptos transgeneracionales que abrazaba la escuela psicoanalítica, creó un estilo de terapia sistémica al que le dio un contenido netamente humanista y transpersonal, espiritual, donde se vinculan las problemáticas de los pacientes o consultantes a aspectos kármicos de su existencia como individuos, que pueden remontarse, no sólo a generaciones familiares anteriores sino muy anteriores (a cientos de años de distancia generacional) o incluso, según algunos consteladores, a “vidas pasadas”.
Es un sistema exteriormente similar al psicodrama donde, mediante ejercicios grupales se induce a un trance colectivo donde recabar intuitivamente datos que aclaren los bloqueos de los consultantes.
Se trata de una terapia individual que se realiza en un grupo de pacientes y terapeutas interesados. Una persona que quiera configurar una constelación en relación a una cuestión determinada, primeramente refiere su intención. A continuación elige entre los presentes representantes para aquellas personas que integran su sistema familiar actual o de origen, incluyendo un representante para sí misma. Luego las posiciona según su imagen interior en un lugar determinado sin hacer comentarios. Este proceso se realiza de una manera centrada y silenciosa. A continuación la persona que consulta se sienta y observa el proceso. El terapeuta comienza a preguntar a los representantes por sus sensaciones y sentimientos en sus posiciones concretas. En este caso lo único importante es la percepción que alguien tiene en el lugar que se le asigna. No se trata de representar un papel ni de reinterpretar una situación. Esta percepción y el conocimiento profundo de las dinámicas del sistema guían al terapeuta. A través de varios pasos intermedios, como el uso de frases curativas o ritos del lenguaje corporal, el terapeuta forma una imagen de solución en la que todos reciben el lugar correspondiente.
Este método, derivado de la terapia sistémica estructural y pariente cercano de los métodos de hipnosis de Milton Erickson, puede dar resultados asombrosos para la introspección y revelación de todo tipo de problemas, pero, al situar la mirada desde dentro mismo del problema, sólo suelen obtenerse datos parciales, con escasa visión de conjunto, y poca repercusión general para provocar un cambio realmente profundo en el consultante.
Estas revelaciones o datos pueden a veces quedar distorsionados por la propia dinámica del grupo, que necesita de numerosas personas ajenas al consultante para encarnar los roles familiares que se desean investigar y que pueden interferir influyendo con su propia fantasía en lo que debe ser un ejercicio de neta concentración e intuición de los participantes.
Igualmente, un mal terapeuta puede influir negativamente si intenta “imponer” soluciones a los problemas recurriendo a la lógica kármica o a cualquier otro sistema de creencias espirituales que resulte ajeno al consultante en particular. Por eso, es necesario cerciorarse de la capacidad del constelador y su grupo de trabajo antes de acudir a él.
Yendo un poco más allá que la escuela psicoanalítica, los consteladores consideran que no sólo hacer consciente al consultante sobre esos sucesos que le son revelados en las sesiones es un avance para resolver sus dificultades, sino que también es necesario un cambio sistémico estructural que se le suele proponer a este durante la sesión.
Esto se hace reordenando sobre el escenario esa estructura disfuncional que se revela en la constelación, se pone a cada persona de la familia en la situación “sana”, considerando que esto es ya poner en marcha una solución inconsciente al nivel del colectivo y que para el consultante, a nivel individual, la única actitud posible es postrarse ante esos problemas que ha descubierto en un acto de rendición, homenaje y reconocimiento antes de efectuar ese reordenamiento simbólico. No da lugar a la acción sobre la propia vida sino que se confía en que el equilibrio sistémico actúe en nivel del inconsciente colectivo.
No negamos que esto se logre a menudo con estos métodos, muchos consultantes dan fe de ello, el problema es que las situaciones que se vienen a constelar son como los árboles que no te dejan ver el bosque. En medio del bosque hay un tesoro y nosotros, sin ningún plan determinado, vamos talando los árboles que nos encontramos por el camino sin saber realmente hacia dónde vamos.
Esto lo que conlleva es que el consultante vuelva a encontrarse en su vida de nuevo nudo tras nudo, y que vuelva a necesitar resolver un pequeño bloqueo detrás de otro con sucesivas, y a veces interminables, series de constelaciones. No llega nunca a tener la perspectiva suficiente para ver dónde está el tesoro.
Por eso, igual que la psicogenealogía analítica, las Constelaciones Familiares resultan ser un método largo y costoso, que también necesita de numerosas sesiones para obtener pequeños cambios de calidad en la vida o en las dificultades del consultante, y ,aparte de eso, lo único que garantizan, trabajando de este modo y según nuestro punto de vista, es reforzar el vínculo de dependencia natural que puede surgir entre terapeuta y paciente hasta transformarlo en una relación cuasi adictiva.
La psicogenealogía evolutiva (Jodorowskyana)
Alejandro Jodorowsky, artista polifacético que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar la relación del significado del Tarot con la Psicología, la Filosofía, la Alquimia, la Religión y el Arte, ha llegado más allá que todos los investigadores del inconsciente familiar pudiendo integrar un sistema que incluye Psicología, Arte y Espiritualidad, partiendo del enfoque psicoanalítico para la búsqueda de los problemas al que ha añadido una metodología transpersonal en la que se es capaz de usar la intuición en una interpretación simboholística del mapa psicogenealógico o incluso recurriendo al Tarot como método de introspección psicológica verdaderamente profundo y directo, y ha llegado con un enfoque, más que humanista, universalista o cósmico, a encontrar la manera para proponer verdaderas soluciones a los problemas encontrados.
Según el sistema jodorowskiano, que parte de la interpretación del Tarot como una cosmogonía o representación del Universo, el Ser Humano viene al mundo apoyado en cuatro energías que parten de la Conciencia Universal, son cuatro subtipos de conciencia los que nos forman: la corporal, la creativa, la emocional y la mental.
Estas energías se expresan en nosotros mediante necesidades y deseos que son, del cuerpo, con sus necesidades materiales, de la libido y sus deseos de crear, del corazón y la necesidad de amar y la mente, que desea ordenar y construir. Estas necesidades y deseos se manifiestan de forma diferente a lo largo de nuestra vida. Durante el proceso de formación de la persona, desde que es concebido hasta que es fisiológicamente adulto aparecen como pulsiones naturales que, en su realización, deben hacer madurar al individuo desde su nacimiento hasta la adultez.
La presión de los sistemas de creencias, ideas o prejuicios sociales, culturales, religiosas y familiares que recibe el niño, no solo ya desde que nace través de su educación, sino desde su gestación misma o incluso desde antes de existir (dado el condicionamiento a priori que ejerce la familia) actúa la mayoría de las veces como un tapón de esas pulsiones, pone trabas y prohibiciones, que de no solucionarse crean a lo largo de la vida dificultades de todo tipo e incluso pueden poner en peligro nuestra vida a través de enfermedades o accidentes.
La no resolución de estos conflictos, como ya hemos dicho, suele tener un efecto transgeneracional, queda una huella del conflicto dado dentro del inconsciente familiar y este siempre es susceptible de aparecer en miembros sucesivos de la familia pidiendo una resolución a ese conflicto, como los fantasmas que se aparecen en los relatos de misterio pidiendo a los que los ven que resuelvan algo que ellos dejaron pendiente.
La psicogenealogía, dice Jodorowsky:
Parte de la premisa de que determinados comportamientos inconscientes se transmiten de generación en generación e impiden al sujeto autorrealizarse, por lo que para que un individuo tome consciencia de ellos y se pueda desvincular de los mismos es necesario que estudie su árbol genealógico. Podría decirse, que en ocasiones estamos “poseídos” por nuestras familias, particularmente las relaciones con nuestros padres juegan un papel fundamental en la formación de la psique del individuo, por lo que resulta imprescindible desatar esos “nudos” con el pasado, e ir descargando el peso de las experiencias de vida que no nos corresponden.
En psicogenealogía evolutiva el objeto de estudio es el árbol familiar del consultante, remontándose no más allá de tres generaciones, esto es, hasta la generación de los bisabuelos. No se buscan interpretaciones kármicas ni se imponen creencias ajenas al consultante de ninguna manera. Se le ofrece una imagen de cómo está estructurado el universo, sin recurrir a mitos, dioses o religiones y se le intenta hacer consciente de cómo esa estructura universal está presente en todos los elementos del universo y por tanto, en el-ella mismo-a. Viendo los desequilibrios que en esa estructura interna produce su Ego así es cómo puede obtener una visión completa y desde fuera de sí mismo.
Esta representación del universo no es una verdad absoluta, tan sólo es un mapa que nos guía hacia esa comprensión de nosotros mismos.
El árbol genealógico no es un fósil enterrado, vive y se transforma constantemente con cada nueva generación y es por esto por lo que no utilizamos una técnica que serviría para la fabricación en serie.
La psicogenealogía de Jodorowsky plantea una forma de trabajo artística. De igual modo las soluciones que se le plantean al consultante pasan también por una fase previa de trabajo “artístico”, el trabajo psicomágico.
Gracias a toda su experiencia con el Chamanismo, el Teatro y la Poesía, surge en Alejandro la necesidad de crear la Psicomagia como propuestas de sanación, ya que se dio cuenta de que la mera toma de conciencia, aunque fundamental, no podía resolver por sí sola los problemas que encontraba en sus consultantes.
Fotografia Instagram de Pascale Montandon Jodorowsky y Brontis Jodorowsky
La psicomagia
La psicomagia no es otra cosa que un método terapéutico diseñado para nuestro inconsciente, es un lenguaje para hablar con el inconsciente ya que es un lenguaje simbólico parecido al lenguaje de los sueños con el que el inconsciente nos habla.
Lo llama psicomagia porque este es el mismo sistema que han utilizado los chamanes de todas las culturas y épocas para sanar, con su “magia” a sus coetáneos, el lenguaje de los símbolos, los arquetipos que decía Carl Gustav Jung.
Un acto psicomágico es una teatralización de las circunstancias que resultan problemáticas para nuestro inconsciente con la intención de desactivarlas y liberar a la persona de ese condicionamiento que le impide progresar en su vida en uno u otro aspecto.
La liberación que produce el acto es el primer apoyo que recibe el consultante para poner en marcha los cambios que, con su toma de conciencia de sí mismo, ha comprendido que necesita realizar. Se eliminan así las resistencias del inconsciente al cambio y se ponen las bases para, mediante una reordenación conductual a base de nuevos hábitos, dar un vuelco al mapa psicocreativo que la persona utiliza para influir en su entorno, consiguiendo cambiar su propia realidad de una manera beneficiosa para su finalidad.
La realidad en la que nos movemos cada uno de nosotros es estrictamente individual, está conformada de acuerdo a los patrones psicológicos que nos imponen, aceptamos y nos limitan. Si uno piensa que algo le irá mal, le irá mal, igual que si alguien pone toda su voluntad y fe en conseguir un objetivo lo conseguirá.
El trabajo psicogenealógico psicomágico, consigue apartar de nosotros esos patrones psicológicos negativos, y es el primer paso para equilibrarnos en una visión auténtica de nosotros mismos y alinear nuestros propósitos con lo que nuestra esencia desea, con lo que nuestra realidad se pone a nuestro servicio.
Gracias a su visión de conjunto, y a la celeridad con que el arbolista puede construir un mapa psicogenealógico una vez le facilita los datos el consultante, la Psicogenealogía Evolutiva ofrece una certera, rápida y poco costosa toma de conciencia a los consultantes sobre sus problemas.
Gracias, del mismo modo, a la inmediatez del acto simbólico o psicomágico, el consultante puede empezar a abrir caminos nuevos en su vida en un tiempo récord, que ningún psicoanalista o psicoterapeuta osó antes imaginar.
“El Taller Colectivo basado en mi anterior Cabaret Místico es una terapia colectiva de dos horas de duración nacida de aplicar el resultado de mis búsquedas teatrales.
El actor (en este caso yo) no debía ser un hombre que tratara de interpretar un personaje, sino una persona tratando de encontrarse a sí misma. Eliminé los decorados, el texto aprendido de memoria, los cambios de luces, los disfraces, los acompañamientos musicales e incluso limité el escenario. Fiel a mi decisión, sin abandonar nunca, he seguido con esta terapia colectiva con la sala llena, durante más de veinte años.
Cada taller es el resumen de aquello que había aprendido en mis lecturas de la semana más la interpretación de los símbolos de una carta del Tarot, más (siguiendo el lema “lo que das, te lo das; y lo que no das, te lo quitas”) la descripción de mis íntimos trabajos para llegar a mi mismo y, por último, como fin de fiesta, la explicación de un texto sagrado y su aplicación de manera útil a la vida cotidiana.»
Alejandro Jodorowsky
Fuente: universolila.com