Nuestra relación con el dinero: Pobreza o Prosperidad.
La manera como ganamos el dinero, la forma de administrarlo, el tiempo que dura en nuestras manos y, en consecuencia, el tenerlo o no tenerlo depende en gran medida de las creencias que tenemos acerca de él. Nuestra relación con el dinero determinará nuestra pobreza o nuestra prosperidad.
Las creencias, como bien sabemos, son ideas que se han grabado en nuestros inconsciente a partir de experiencias, aprendizajes o simplemente transmitidas a través de nuestros familiares y gente que nos rodea.
Estas ideas acaban conformando parte de nuestro mapa mental y condicionan nuestro comportamiento y la toma de decisiones. Las creencias, como órdenes a las que obedecemos sin rechistar van a ocasionar que nuestra relación salga perjudicada o beneficiada, en función de cómo estén formuladas y de cuáles sean estas creencias.
Tus creencias
Te voy a hacer unas preguntas para que tomes conciencia de dónde provienen tus problemas sobre el dinero (si los tienes):
- ¿Qué piensas sobre el dinero?
- ¿Qué opinión tienes sobre los ricos y millonarios?
- ¿Por qué crees que hay personas pobres?
Las creencias limitantes y potenciadoras acerca del dinero podríamos englobarlas en dos tipos de “cultura” que es la que nos viene dada por nuestros familiares y, en la mayoría de los casos, la transmitimos a nuestros hijos.
Podríamos decir que nuestro mapa, nuestras ideas personales y nuestros sentimientos acerca de la abundancia y la prosperidad se los cedemos a nuestros descendientes consciente e inconscientemente de forma polarizada, es decir, desde un punto de vista de la carencia: Cultura de Pobreza, y desde la abundancia: Cultura de Prosperidad.
Mucho va tener en cuenta la historia familiar en esta polarización. Las experiencias y vivencias de los antepasados, condicionadas por el carácter y la personalidad de cada uno de los miembros de la familia van a configurar ese pensamiento común o cultura que se va a ir transmitiendo de padres a hijos.
En resumen, tal cómo me ha ido en la vida y cómo le ha ido a mis padres y abuelos la relación con el dinero, así se lo enseño a mis hijos. Si las experiencias han sido negativas, probablemente les transmitiré cultura de Pobreza y si han sido positivas, será de Prosperidad. Ahora veremos de qué se trata todo esto.
Cultura de pobreza
La Cultura de Pobreza suele ser el reflejo de un sentimiento interno permanente de carencia que provoca inseguridades, miedos y angustia. La sensación de escasez persigue a la familia, impide que el dinero fluya libremente y provoca que la prosperidad se vea como algo precario, fugaz.
Esta cultura implica que las personas manifiesten estas características:
- No son conscientes de sus propios recursos y de su potencial personal.
- Suelen ser pesimistas y su enfoque negativo hacia lo que sucede a su alrededor por lo que hacen uso de la queja continua. Envidian la vida y las posesiones de los demás, la crítica forma parte de su forma de vida, así como responsabilizar a los demás de lo negativo que les sucede.
- Los recursos que tienen los manejan de forma poco adecuada (tiempo, dinero, creatividad…), es decir, no los usan, los despilfarran, los usan cuando no es necesario, etc.
Cultura de prosperidad
La Cultura de Prosperidad, por el contrario, refleja un sentimiento intenso y prolongado de abundancia. Este sentimiento provoca seguridad, tranquilidad y si se sostiene en el tiempo genera paz y felicidad.
Obviamente, la cultura de prosperidad responde a una actitud positiva ante la vida, cierta tolerancia ante las dificultades y gran capacidad de aceptación de las responsabilidades propias.
Las características esenciales de las personas con cultura de prosperidad son:
- a) Conocen y valoran sus recursos personales y capacidades.
- b) Mantienen un alto nivel de optimismo y resiliencia. Saben valorar lo que se poseen y de esta forma disfrutan del día a día.
- c) Saben gestionar de forma adecuada sus recursos (tiempo, dinero, etc.).
Concluyendo, el conjunto de creencias personales, familiares y culturales, influye muchísimo en nuestra relación con el dinero.
Tal como se han formado e integrado en nosotros y el enfoque que suponen hacia lo que nos sucede y rodea, va a determinar que nuestra actitud hacia la prosperidad nazca desde un lugar o de otro: desde la escasez o desde la abundancia.
Tomar conciencia de estas creencias, determinar las limitantes y, en segundo término, modificarlas, debe ser nuestro objetivo principal para lograr la seguridad, la prosperidad y la felicidad en nuestra vida.
Alberto Lozano
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